Tras la primera parte sobre este tema, continuamos con esta segunda y última entrega del mismo.
Como en cualquier enfermedad, es mucho más importante dedicar esfuerzos a la prevención en lugar de querer tratarla una vez se manifiesta. Como hemos visto, en el caso de las enfermedades autoinmunes los primeros años de vida son trascendentales, pero como luego detallaremos, en la edad adulta también podemos influir en esto.
Si queremos evitar diversas enfermedades autoinmunes y problemas de salud, hay que prestar especial atención a los primeros años de vida:
–Estudios recientes indican que introducción temprana de cacahuetes mejora el desarrollo de tolerancia al cacahuete, reduciendo el riesgo de alergia infantil a este alimento.
Esto se podría aplicar con otros alimentos, siendo un potencial remedio a las cada vez más frecuentes intolerancias alimenticias, que como detalla el estudio comentado puede deberse a la falta de ingesta de ese alimento en los primeros años de vida.
-El efecto protector de crecer en una granja sobre el asma y las alergias se ha confirmado durante mucho tiempo en varios estudios en todo el mundo. Sería fundamental criar a los más pequeños en entornos rurales o si se vive en la ciudad, visitar la naturaleza con frecuencia.
Déjales que jueguen, se manchen, estén en contacto con animales, etcétera. Eso está impactando de forma muy positiva en su salud.
-El uso de antibióticos en los primeros 2 años de vida se ha asociado con el desarrollo de asma a los 7,5 años de edad de manera dependiente de la dosis. (estudio)
-La EII (enfermedad inflamatoria intestinal) es un trastorno inflamatorio del tracto gastrointestinal que abarca la enfermedad de Crohn (EC) y la colitis ulcerosa (CU), las cuales tienen la mayor prevalencia en América del Norte y Europa. (estudio)
Algunos estudios en humanos sugieren que la exposición a antibióticos en la vida temprana está asociada con la EII.
Si no es estrictamente necesario, tanto las madres embarazadas como los más pequeños deben evitar el consumo de antibióticos.
– Como hemos visto, la microbiota de los más pequeños tiene implicaciones de por vida. Un estudio comparó las composiciones de la microbiota intestinal en la vida temprana de niños asmáticos y no asmáticos en edad escolar mostró que disminuciones en la diversidad microbiana intestinal se correlacionaron con desarrollo de asma en la edad escolar. (estudio)
Si quieres saber más sobre hábitos que mejoran la microbiota, te dejo este artículo.
-Desde el momento del parto se comienza a forjar la microbiota de los más pequeños. Es cierto que a veces la cesárea es imprescindible, pero en otras ocasiones se abusa de esta técnica.
El nacimiento por cesárea se asoció con una menor diversidad microbiana total. El parto natural es clave ya que en la vagina residen multitud de bacterias beneficiosas que son transferidas al niño y que a su vez forman la microbiota del recién nacido.
Pero cada vez más mujeres dan a luz por cesárea, lo que afecta al bebé con una microbiota y sistema inmune más débil y aumentando el riesgo de problemas como asma, alergias o diabetes entre otras.
Factores que influyen en la microbiota del bebé
Como en el caso de los antibióticos, si la cesárea es estrictamente necesaria, adelante, pero evitarla siempre que no sea imprescindible.
-Siguiendo con los primeros instantes de vida, la lactancia materna promueve la colonización con microbios comensales de nombres raros como Bifidobacteria spp. y proporciona a la microbiota intestinal los nutrientes necesarios. Bebés lactantes tienen menor riesgo de infecciones y alergias futuras.
En la medida de lo posible, se debe apostar por la lactancia materna y evitar imitaciones artificiales. (+ detalle)
CÓMO SE FORJAN LAS ENF. AUTOINMUNES EN LA INFANCIA
Son diversos estos problemas, pero por no extenderme demasiado me centraré en dos de los más prevalentes: la diabetes tipo I y las enfermedades inflamatorias intestinales (EII):
Diabetes tipo 1:
La diabetes tipo 1 infantil, un trastorno autoinmunitario que resulta de la destrucción de las células beta en el páncreas, aumenta constantemente en todo el mundo, y los países desarrollados como Canadá y el Reino Unido exhiben las mayores incidencias de la enfermedad. (estudio)
La evidencia epidemiológica apoya un vínculo entre los factores ambientales asociados con la hipótesis de la higiene y la aparición de la diabetes tipo 1.
Tener hermanos mayores se correlaciona negativamente con la diabetes Tipo 1 en niños, lo que sugiere un efecto protector (estudio).
La exposición a mascotas con pelo también parece jugar un papel protector, como encontró un estudio en 3.000 niños: los niños expuestos a un perro de interior tenían menos probabilidades de desarrollar diabetes Tipo 1 que los niños no expuestos.
La lactancia materna se ha asociado con la protección contra la diabetes tipo 1, y como y hemos visto, niños nacidos por cesárea presentan un mayor riesgo de diabetes tipo 1 que los niños nacidos por vía vaginal. (estudio)
Enfermedades inflamatorias intestinales:
Una revisión sistemática correlacionó negativamente la exposición a la leche materna con el desarrollo de EII de inicio temprano en humanos, lo que sugiere un efecto protector de la lactancia materna sobre el desarrollo de EII.
TEORÍA “LOS VIEJOS AMIGOS”
Esta teoría es una especie de “segunda parte” de la higiene de la hipótesis, con más datos y el apoyo de otros estudios realizados en los últimos años.
Esta nueva teoría añade a la antigua la importancia de exponerse a determinados microorganismos para favorecer un correcto desarrollo de la microbiota (ya comentada en el artículo anterior, esos microbios que residen en nuestro organismo) como fuente de estímulos microbianos que modula el sistema inmunológico y, en consecuencia, protegiéndolo de una reacción exagerada a señales no dañinas.
La hipótesis de los viejos amigos, propuesta por Rook y sus colegas señala la evolución conjunta de microorganismos y macroorganismos, como los helmintos parásitos, con el desarrollo del sistema inmunológico humano. (estudio)
Similar a la hipótesis de la higiene, sugiere que estos organismos son necesarios para el desarrollo normal del sistema inmunológico.
Por su parte, esta teoría habla sobre la influencia de la evolución humana en el sistema inmune. Los “viejos amigos” son 3 fuentes que han servido para forjar el sistema inmune a lo largo de la historia:
-Las bacterias transmitidas a cada individuo por parte de su familia, sobre todo las madres debido al parto natural.
-Los organismos presentes en el medio.
-Las infecciones en los antiguos grupos de cazadores-recolectores.
Los «viejos amigos», esos microorganismos ambientales que acompañaron la evolución humana tienen roles inmunorreguladores cruciales que son perturbados por el estilo de vida urbano.
¿Qué categorías de organismos tienen un papel inmunorregulador?
La respuesta corta es que los organismos inmunorreguladores son aquellos con los que co-evolucionamos y que tenían que ser tolerados. Estos incluyen las microbiotas (intestino, vías respiratorias y piel entre otras) que, como «habitantes» de nuestro organismo que realizan funciones fisiológicas cruciales, no deben ser atacadas (estudio).
También evolucionamos para tolerar organismos inofensivos (bacterias, arqueas, hongos, virus, protozoos, etc.) del entorno natural en el agua, el aire y el suelo porque estos, aunque no quisiéramos, se introducían en el cuerpo a diario en grandes cantidades (algunos de estos incluso pasaban a formar parte de nuestra microbiota).
No todas las bacterias son malas, de hecho, muchas son vitales para nuestra salud.
Por último, evolucionamos para tolerar determinadas infecciones que nos han acompañado a lo largo de nuestra evolución (también llamadas “infecciones antiguas”). Estas infecciones pasaban largos periodos en pequeños grupos de cazadores-recolectores pero no resultaban mortales.
Estas ‘infecciones antiguas’ con nombres también raros incluyen cepas paleolíticas de Mycobacterium tuberculosis que eran menos agresivas que las modernas, helmintos y parásitos intestinales, pero también nematodos (parásitos de agua) sanguíneos que nunca entran en el intestino y la por desgracia famosa Helicobacter pylori.
La exposición a una amplia biodiversidad de organismos crea una memoria de diversas estructuras moleculares que acelera el posterior reconocimiento rápido de nuevos organismos peligrosos.
Esto funciona porque todas las formas de vida comparten componentes moleculares fundamentales. Como vimos en el anterior artículo, cuando un virus nos ataca de pequeño, en el futuro nos hará mucho menos daño, ya que el cuerpo lo reconoce.
Como hemos reducido drásticamente nuestra exposición a estos microorganismos cuando nos atacan los sufrimos de forma mucho más severa.
No menos importante es que esa exposición a diversos patógenos evita que el sistema inmune actúe de forma desproporcionada contra atacantes inofensivos. Sabemos que la respuesta inmune exagerada o autoinmune está relacionada con alergias y enfermedades inflamatorias del intestino entre otras.
LA HIPÓTESIS DE LA MICROFLORA
Esta teoría, que complementa tanto la hipótesis de la higiene como la de los «viejos amigos», propone que “el estilo de vida occidental excesivamente higiénico limita la exposición microbiana general y altera la colonización del intestino del bebé, lo que a su vez interrumpe el desarrollo del sistema inmunológico y, en última instancia, conduce a una enfermedad alérgica.” (estudio)
Como vemos, todo sigue apuntando a esa microbiota, el sistema inmune y los primeros años de vida. Dañar la microbiota en las fases tempranas de vida por factores ya comentados como antibióticos, parto por cesárea y falta de lactancia materna, ausencia de exposición a patógenos o dieta inadecuada alteran esos microbios que viven en nuestro organismo (especialmente aparato digestivo) y afectan al desarrollo inmune normal.
No es solo que el sistema inmune empiece a atacarse a sí mismo, es que además puede reaccionar de forma exagerada contra sustancias del entorno inofensivas.
¿PODEMOS HACER ALGO EN LA EDAD ADULTA?
El sistema inmune es algo así como las creencias que adquirimos y se “fijan” en el inconsciente. La infancia es cuando se forjan y se solidifican en nuestro ser, pero aunque no siempre sea fácil, no quiere decir que en la edad adulta podamos hacer algo al respecto:
-Técnicas recientes sugieren que los niños con carencias en la exposición a microorganismos pueden obtener un tratamiento que consiste en aplicar helmintos (parásitos) vivos y pro, pre y simbióticos antes del inicio de la enfermedad autoinmune.
Esto puede ser clave para evitar el desarrollo de la enfermedad, porque las intervenciones que ocurren más tarde en la vida o después de la aparición de la enfermedad pueden ser ineficaces una vez que se ha cerrado la ventana del desarrollo inmunológico neonatal
Los tratamientos basados en microbios destinados a proteger contra enfermedades hiperinflamatorias son sensibles a la edad. (estudio)
-Como ya hemos comentado se debe evitar el uso de antibióticos, especialmente madres embarazadas y en los primeros años de vida. Además de éste motivo, por evitar el desarrollo de bacterias resistentes a los antibióticos, cuyo principal factor de riesgo es la automedicación.
-Ya fuera de la infancia, existen hábitos para mantener nuestra microbiota saludable:
- Dieta saludable rica en pre y probióticos (fermentos, fibra, kéfir…)
- Contacto social.
- Eliminar tabaco y alcohol.
- Mantener el estrés a raya.
- Ritmos circadianos adecuados.
- Evitar exponerse a la contaminación del aire y visitas frecuentes a la naturaleza.
Hasta aquí el artículo de hoy, espero que os haya gustado y os haya sido útil, si es así, te agradecería que lo compartieras ?
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